sábado, 11 de enero de 2014

Sentimientos descubiertos

Esa noche, duermo envuelta en una calma extraña, agradable. Hacía mucho tiempo que no dormía así de bien. Cuando despierto a la mañana siguiente, necesito unos segundos para recordar lo sucedido la noche anterior. Me doy la vuelta poco a poco, con cuidado, para asegurarme de que no ha sido un sueño. Ahí estas, tumbado a mi lado, profundamente dormido. Tu respiración ralentizada contrasta con el rápido latido de mi corazón. Te has quedado conmigo, toda la noche. Sonrío sin apenas darme cuenta y vuelvo a tumbarme. ¿ Por qué no disfrutar de esa agradable sensación un ratito más ?
De repente alguien golpea la puerta y, a los pocos segundos, una enfermera entra presurosa en mi habitación llevando en sus brazos la bandeja con mi desayuno. La distraída muchacha avanza rápidamente hasta que levanta la mirada y nos ve ahí a los dos, tumbados en la cama. Su expresión se llena de sorpresa e incluso se pone roja. Inmediatamente yo también lo hago, aunque me alegro de que Daniel siga dormido.
-Esto...Yo no..Es que estaba tan cansado y el sillón no es muy cómodo y...- Empiezo a decir
- No te preocupes bonita, a mi no me tienes que dar explicaciones. Disfruta de la compañía, que te lo mereces- Me dice la chica con una sonrisa en la cara, que aumenta al mismo tiempo que el rojo de mis mejillas.
Deja cuidadosamente la bandeja en la mesilla y después, sin disimulo alguno, se inclina hacia la cara de Daniel. Inmediatamente me siento algo incómoda. Me da miedo que se despierte justo en ese momento. No digo nada para no molestarla.
La enfermera entrecierra los ojos e inspecciona la cara de Daniel. Tras unos segundos, por fin se aparta y me mira.
-Es muy guapo. Tienes buen gusto- Me dice despreocupada y naturalmente al tiempo que guiña un ojo.
Después, sin darme tiempo a reaccionar o a contestar, se dirige hacia la puerta y desaparece tras ella. Asimilo lo ocurrido y mi cara de tonta se transforma en una cara sonriente, la cara de una persona feliz.
Ni siquiera me da tiempo a reírme a gusto, porque oigo unos pasos acelerados dirigiéndose hacia la habitación. La joven enfermera vuelve a asomarse por la puerta de la habitación.
- Tu madre viene por el pasillo. ¿ No querrás que te pille así ? ¡ Corre y sácalo de ahí!- Me dice en un susurro al tiempo que me hace gestos de impaciencia con las manos y la cara.
Mi cabeza asimila lo que dice y una única palabra acude a mi mente " Mierda ". Como un muelle, me siento rápida como un rayo en la cama y le pego golpecitos a Daniel en el brazo, pero este solo se mueve un poco y entreabre los ojos. Me pongo más nerviosa cuando oigo los pasos de mi madre aproximándose. Está muy cerca. Si me pilla así,con un chico en mi cama, se enfadará o, por lo menos, hará preguntas que de momento prefiero no contestar. Mi madre siempre fue algo estricta con el tema de los novios, y más con este tema... Esta situación no ayuda mucho, la verdad. Seguro que se imaginará cosas raras. Así es mi madre. Además Daniel ya le dijo que él conducía el coche que provocó el accidente y, aunque mi madre le creía cuando decía que alguien manipuló su coche y más ahora que Lucas ha confesado, sigue sin tenerle mucho aprecio al chaval que, según su parecer, está comportándose de un modo raro con su hija. No sé si realmente le cae mal o, simplemente, pasaría eso con cualquier chico que se acercase a su pequeña.
Solo dispongo de unos segundos para actuar y, ante el empanamiento de Daniel, me veo obligada a tomar la iniciativa. Cuando oigo los pasos terriblemente cerca de la puerta, tomo la "cruel " decisión. Pongo mis manos en el pecho de Daniel y lo empujo de la cama, directo al suelo. Lo hago movida por el pánico. Se oye un ruido y no puedo evitar poner una mueca de dolor. Me ha dolido hasta a mí. Lo siento, pero era necesario.
- ¡ Au !- Oigo al instante desde el suelo. Apenas me da tiempo a taparme la boca con la mano para tapar mi sonrisa porque, en ese momento, entra mi madre.
Nada más traspasar la puerta, la sonrisa que lleva se transforma en una expresión de extrañeza.
No me extraña. Su hija está sentada en la cama, con una mano en la boca para evitar la risa.
- Hola cariño. ¿ Cómo te encuentras hoy ?
- Bien, la verdad es que estoy perfec...- Empiezo a decir cuando, de repente, algo se mueve detrás de la cama.
Desde el suelo surge un chico, que se levanta desorientado con una mano en la cabeza, frotando el lugar donde, seguramente, le saldrá un chichón por mi culpa. Mira a su alrededor y, al ver a mi madre, que lo observa extrañada, se pone rojo como un tomate y agacha la cabeza.
- Hola - Dice tímidamente Daniel.
Mi madre, cuya cara se ha puesto un poco más seria, decide preguntar lo que quiere saber, sin disimulo alguno.
- ¿ Qué haces aquí, muchacho ?- Le pregunta al pobre chico, que no sabe donde meterse.
Miro con disimulo a Daniel, que me devuelve la mirada y, con los ojos y gesticulando ligeramente, le digo que no  le cuente la verdad. El chico parece comprender lo que quiero decir y, tras pensar su coartada durante unos segundos, habla.
-He venido a ver qué tal estaba su hija y, como se quejaba de que su cama estaba muy inclinada, estaba buscando el botón para bajarla- Dice Daniel con un tono que convencería a muy pocas personas. Miente fatal, lo cual hace que me entren ganas de reír.
Aun así parece haber convencido a mi madre, que no vuelve a hacer más preguntas durante toda su visita.
Y así paso la mañana, rodeada de personas que me hacen reír. No puedo quejarme de mi estancia en el hospital porque, aunque la comida es horrible, dispongo de la mejor compañía. Esa tarde recibo también otra visita, cuando todos ya se han ido, incluido Daniel.
Sara, Gema y Lola acuden al hospital. En cuanto me ve, Gema se lanza a mis brazos y me hace mil y un preguntas a cerca de mi estado de salud. Hace falta que le repita unas cuentas veces lo bien que estoy para que acabe por convencerla. Las chicas se sientan y les cuento todo lo ocurrido. Por primera vez, hablo con ellas de Lucas. Les cuento todo y las reacciones son variadas. Sara se pasa la mitad de la historia dándome la mano mientras Lola no deja de llorar y de taparse la cara para que no lo veamos.
Mientras hablo, oigo a Gema farfullar un par de cosas.
-Sera cerdo...- Termina por decir la indignada de Gema al tiempo que comienza a darme una buena charla de motivación.
Me agrada pasar tiempo con ellas y me alegro de que me entiendan y apoyen. Por primera vez desde que acabó mi relación con Ana, siento que tengo amigas de verdad y, esta vez, no son como ella, son diferentes.
Pasamos toda la tarde riendo, comentando programas en la televisión y viendo cómo Gema llama continuamente  al guapo enfermero de la planta por cualquier tontería. Me siento a gusto, cómoda y...Por primera vez, integrada. Nunca he sido una persona abierta, siempre he sido tímida, y nunca me sentía demasiado cómoda entre la gente pero ahora, con estas chicas, siento que puedo ser yo misma, sin miedo a que nadie me juzgue. Supongo que, después de tanto tiempo, he descubierto lo que es una verdadera amistad.
Las chicas se marchan de mi habitación al caer la noche y me dedico a dormir, esta vez sola. Aun así, ya no me preocupan las pesadillas porque sé que, en mis sueños, hay un ángel que me protege.

" Narra Lola "

Cuando salimos de la habitación de Sandra, Gema y Sara comienzan a hablar de coger el autobús para volver a casa. Yo estoy inmersa en mis pensamientos. Necesito verle. Hay algo en mi cabeza, una intranquilidad que no cesará hasta que no lo haga.
-Chicas, ¿ os importa ir sin mi? Creo que me quedaré a cenar en la cafetería y luego vendrán mis padres a por mi- Digo, confiando en que mi excusa funcione.
- Claro, como quieras Lola - Me dice Sara con una sonrisa.
Las acompaño hasta la puerta de salida y, tras intercambiar besos y abrazos, vuelvo al interior del hospital mientras ellas se alejan. Mi corazón ha comenzado, poco a poco, a latir más y más deprisa.
Me dirijo al ascensor y pulso el botón. Planta 5, o eso me han dicho. Estoy nerviosa por verle. Da igual que esté en coma, su presencia me pone muy nerviosa. Eso no parece ir a cambiar nunca.
Salgo del ascensor y llego hasta su puerta. Un sudor frío me recorre. ¿ Y si algún familiar está dentro ? ¿ Qué pensarán de mi? Decido dejar el miedo a un lado, cojo aire, lo expulso y, en un solo movimiento, abro la puerta.
El silencio me invade al instante. Todo está tranquilo. Mi cuerpo parece relajarse un poco cuando caigo en la cuenta de que no hay nadie en la habitación excepto él. Entonces muevo la mirada por toda la habitación .Lo busco ansiosa. Ahí está, en su cama. Tumbado boca arriba, con una expresión de serenidad que parece calmarme a mi también. Todo su cuerpo lleno de cables, que parecen ser lo único que lo mantienen aquí, conmigo, lo único que lo aferra a la vida. No puedo evitar llorar desconsolada.
Me siento en la silla a su lado, mis manos rodeando mi cara al tiempo que sollozo.  Comienzo a hablar con él. Me sincero y, aunque no estoy segura de que pueda oírme, me cuesta mucho hacerlo.
- Leo yo...Sé que no te conozco de nada. Apenas hemos hablado, aunque la verdad es que, cada vez que te veía, me moría por hacerlo. Pero siempre me frenó la timidez. Sé que es estúpido pero, hay tantas cosas que me hubiese gustado decirte antes...Tantas cosas que me he callado por el mismo motivo. Vergüenza. Siempre ha sido eso lo que me ha frenado en todos los aspectos de mi vida, ¿ sabes ?- Pero apareciste tú y, de repente, tenía algo por lo que luchar. Por algún motivo, sólo quería acercarme a ti, y el sentimiento era tan fuerte que no pensaba dejar que esta vez la timidez me frenase. Siento ...Siento no haber sido lo suficientemente valiente. Siento no haber tenido el valor para haber hablado contigo antes. Siento que sólo sea capaz de hacerlo ahora, después de todo esto. Perdón. Me siento fatal por haber incumplido la promesa que me hice a mi misma porque, si hubiese sido capaz de hablar contigo, de conocerte antes, quizás no sentiría ahora  esta opresión tan grande en el corazón-
Mi mano se mueve hacia la tuya con lentitud y entrelazo mis dedos con los tuyos. Aprieto tu mano y tomo aire.
-Siento no haber tenido el valor de decirte antes que...Me gustas - Termino de decir entre lágrimas.
Agacho la cabeza y me quedo así, agarrando tu mano inmóvil mientras lloro.
Entonces, de repente, algo ejerce presión contra mi mano. Eres tú. Me aprietas la mano débilmente.
Las máquinas a las que te mantienen conectado comienza a pitar y todo se convierte en un caos.
Grito para que venga una enfermera,incapaz de apartar los ojos de ti. Sigo sujetando tu mano. De repente, abres los ojos.

lunes, 6 de enero de 2014

Pesadillas

Todo da vueltas, nada parece real. Sueños, imágenes difusas que atraviesan mi mente. De repente me despierto desconcertada. Miro a mi alrededor nerviosa. Un pensamiento acude a mi cabeza nada más recuperar la conciencia. Leo. Intento recordar pero, cada vez que lo hago, es como si millones de pequeñas astillas se clavasen en mi cerebro. Duele, pero aún duele más no saber qué ha pasado. El miedo me paraliza. Imagino mil y un posibles sucesos. Nada parece real, no puede serlo. Recuerdo lo ocurrido y el llanto acude a mis ojos antes incluso que la sensación de tristeza y desesperación. Me dirijo al baño otra vez., como hice días atrás. Me miro en el espejo. Ni siquiera puedo creer que esa muchacha, débil, maltrecha y triste que me muestra el espejo sea yo. Parece otra persona. Una que ha perdido la esperanza y la alegría. Reparo en la cicatriz de mi garganta. Está mucho mejor, como si hubiese pasado bastante tiempo desde que apareció allí, en mi cuello. Carraspeo ligeramente y la sensación es rara. Duele un poco. Intento hablar, bueno, mas bien gritar, emitir cualquier sonido. Es como si, de repente, mi garganta se abriera dejando pasar todo el aire. Es una sensación agoviante, pero agradable. Parece como si mi cuerpo llevase años queriendo hacer eso. Oigo el sonido de mi propia voz, esta vez mucho más clara y recuperada. Es agradable oírse. Sonrío ligeramente para dar la bienvenida a una vieja amiga, pero pronto mis pensamientos me devuelven a la terrible realidad. Pienso en Leo, es lo único que se me pasa por la cabeza.

Corro hacia la puerta. No veo a la gente que me mira con extrañeza, no veo a las enfermeras que intentan detenerme. Corro con la mente en blanco por el pasillo hasta que llego al ascensor y me meto dentro. Me apoyo contra la fría pared de metal y aprieto el botón del quinto piso con ansiedad. Las puertas se cierran y, justo cuando terminan de hacerlo, algo se rompe en mi interior y comienzo a llorar con las palmas de la mano apoyadas contra la pared. Ellas parecen ser lo único que me mantiene de pie ahora mismo. Lloro desconsolada hasta que un estridente sonido me indica que el ascensor ha llegado al piso correspondiente. Entonces salgo a golpes del pequeño espacio y comienzo a correr otra vez pro el pasillo hacia la habitación de Leo. No puedo parar de llorar. De llorar, de temblar y de correr. Es como si hubiese perdido la cordura. Ni siquiera leo el número de la habitación antes de entrar, simplemente sé que es la correcta. La puerta se abre ante mi mano y miro nerviosa en el interior. Entonces veo su cama y el corazón me da un vuelco. Me llevo las manos al lado izquierdo del pecho y siento cómo, después de varios minutos, vuelvo a respirar de verdad.
Leo está tumbado en su cama, igual que antes de todo esto, con la misma cara de serenidad. Hay unas terribles marcas alrededor de su cuello que me recuerdan lo terribles que fueron aquellos minutos. Corro los pocos metros que me separan de él y cojo su cara entre mis manos. Noto el calor que emanan sus mejillas y una lágrima igualmente cálida resbala por mi mejilla. Está vivo. Me siento en el borde de la cama con él y lo abrazo, completamente segura de que él estará sintiendo todo lo que yo, segura de que para él esto está significando tanto como para mí. Está conmigo, está aquí, y eso es todo lo que necesito.
Estoy tan inmersa en esa sensación de alivio que no me doy cuenta de que, al lado de la cama, en la silla, hay una persona sentada. Reparo en ella cuando alguien me agarra por la muñeca. Un pánico instantáneo me invade y me giro con violencia al tiempo que en mi cabeza se dibujan dos fríos y amenazadores ojos verdes. Pego un grito y entonces veo su cara y me relajo. Es Daniel. Es él, sentado en una silla cuidando de mi hermano. Lloro, una vez más, como una niña, pero él no me deja hacerlo sola. Sobran las palabras. Daniel se levanta sigilosamente y me rodea con sus brazos, creando una especie de refugio para mi corazón roto. Es Daniel, es mi ángel, la única persona con la que no me siento sola o triste, la única persona que,al abrazarme, consigue que todo lo demás parezca menos malo. Dejo que la calidez de su abrazo me envuelva y paso mis brazos alrededor de su cuello, acercándolo más a mi. Nunca tuve mucha fe, a pesar de que mis padres eran creyentes y me inculcaron esos valores y esas creencias, pero, en ese momento, solo podía dar gracias a Dios por haber puesto a esta persona en mi vida, porque siento que si él no estuviera, no podría haberlo soportado.
No hablo en unos cuantos minutos y él tampoco dice nada. Eso me gusta. No me agobia, no me asusta, solo deja que me desahogue, que me tranquilice, solo me da todo el cariño y el apoyo que en esos momentos necesito.
Decido apartarme de él para poder hablar y lo hago poco a poco, disfrutando al máximo cada uno de los segundos cerca de él, sintiendo su corazón pegado al mio y latiendo con rapidez.
- ¿ Que pasó después de que me desmayase ? No entiendo nada- Me limito a decirle mientras sus ojos azules se convierten en meras manchas tras la capa de lágrimas que cubre mis ojos.
- Todo está bien,tranquila. Lucas intento...Intentó matar a tu hermano. Lo estaba estrangulando pero, de repente, paró. No sé cómo pasó porque nadie lo vio pero...De repente Lucas se presentó en recepción y dijo a los médicos que el paciente de la habitación 513 necesitaba ayuda. Estaba llorando según dicen. Él mismo llamó a la policía para confesar que intentó asesinar a Leo. Asegura que paró, que dejó de hacerlo. Es verdad porque tu hermano está vivo y, de haber querido, podía haberlo matado. No sé qué lo llevó a hacer eso, pero me alegro mucho Sandra, de verdad que me alegro muchísimo. Ahora creo que lo han llevado a prisión. Dentro de poco habrá un juicio- Termina de explicar al tiempo que me abraza y me acaricia el pelo con las manos.
No puedo comprender por qué Lucas se comportó así. Supongo que debió de arrepentirse pero aun así no entiendo por qué, no entiendo cómo pudo intentar hacer todo ese daño a Leo sólo porque él descubrió su engaño. ¿ Cómo ha podido hacer tanto daño, tener tanto rencor a una persona, solo porque descubrió sus intenciones de engañar a una chica ? Todo me parece desmedido pero, aun así, me alegro de que algo le hiciese recapacitar porque, de lo contrario, mi hermano no estaría aquí.
Miro a Daniel con alegría y me obligo a ser positiva. Sonrío y me dejo abrazar otra vez.
- ¿ Cómo está Leo ahora ? ¿ Se pondrá bien ?- Pregunto todavía preocupada después de ese instante de alegría.
- Los médicos dicen que sigue en coma, lleva así ya un mes. Te ha costado mucho recuperarte de ese golpe en la cabeza,¿ sabes ?- Me dice mientras me pega un golpecito en la sien con el dedo. Tu hermano no tiene lesiones graves en el cuello pero sus lesiones internas debido al accidente siguen ahí. Aun así dicen que ha progresado mucho y que es muy posible que se recupere, aunque no saben hasta donde llegan los daños cerebrales y cómo podrá afectar eso a sus capacidades motoras si se despierta- Me comunica Daniel con calma e intentando parecer optimista.
Procuro tomármelo con calma y me obligo a mi misma a ver el lado positivo. Lo importante es que sigue vivo, que está aquí conmigo.
Mis pensamientos son interrumpidos por el médico, que irrumpe en la habitación después de recibir la noticia de que yo andaba por ahí despierta y correteando por los pasillos del hospital como una loca, y me  lleva a mi habitación. Me paso toda la tarde respondiendo preguntas, haciendo pruebas y descansando.

Al día siguiente, después de dormir fatal, el médico se acerca a mi habitación para comunicarme que ya estoy totalmente recuperada. Tomo un horrible desayuno a base de tostadas y un café y me dirijo a una sala en la que me retiran los puntos del cuello mientras me agarro a la cama para intentar no gritar. Duele, pero no tanto como la sensación de opresión en el pecho que sentí ayer antes de saber qué había pasado con mi hermano. Solo recordarlo hace que una desagradable sensación me recorra toda la columna y me estremezco. Decido apartar todos esos pensamientos y me centro en otras cosas hasta que los médicos terminan el trabajo. Por fin, después de un día sin descanso, me llevan a mi habitación y puedo quedarme ahí todo el día. Recibo la visita de mis padres, ya casi recuperados del todo, que me abrazan y me besan sin descanso. Agradezco su compañía y disfruto del momento después de tantos malos ratos. Cuando se marchan, acudo una vez más a la habitación de Leo. Casi ni recuerdo la cantidad de veces que he atravesado esa puerta. Todos los días el mismo procedimiento varias veces. Me acerco a su cama y le cojo la mano. Le cuento cosas, cosas simples, pero me reconforta hablar con él. De algún modo, me siento escuchada. Disfruto cada momento a su lado y me alegra recordar todo lo vivido juntos. Estoy segura de que,desde algún lugar, él se ríe conmigo cuando le cuento todo eso.
Pasado un tiempo regreso en silencio hasta mi habitación. Echo de menos a Daniel porque no le he visto en más de un día. Cada vez estoy más segura de lo mucho que me gusta ese chico. Aún así caigo en que todavía no hemos hablado mucho de nosotros. Le hice mucho daño, supongo que ambos lo hicimos pero, a pesar de todo, cuando nos encontramos y me lo contó todo, simplemente nos abrazamos, nos consolamos y, para mí, fue más que suficiente. No me hacía falta nada más. Aun así no estoy segura de esto. No sé si quiero empezar, justo ahora y después de todo lo ocurrido, una relación. Sonará estúpido pero, después de todo lo ocurrido, mi confianza hacia el sexo opuesto a disminuido bastante. Además nunca he tenido novio, ni siquiera creo haberle gustado a alguien nunca, por no hablar de que di mi primer beso hace apenas unos meses. Sólo recordarlo hace que de repente un miedo indescriptible me atraviese el cuerpo. Mi corazón se acelera y me pongo nerviosa con tan solo recordarle, con tan solo recordar por un instante todas las cosas horribles que esa persona a la que quería ha sido capaz de hacer. ¿ Estaré lista para entregarle otra vez mi corazón a alguien ? ¿Merece la pena correr el riesgo ? No lo sé, no estoy segura. Al fin y al cabo casi no lo conozco pero...Él ha sido el primero en hacerme sentir especial en el mundo.
Inmersa en mis pensamientos, la tarde se me pasa volando y cuando, horas más tarde, el sueño me alcanza sin previo aviso, me acuesto en la cama y me obligo a dormir.
Pasan las horas y no lo consigo. El sueño va y viene y justo cuando parece que voy a dormirme, acude a mi cabeza la imagen de Lucas. Una imagen que me hiela el corazón y me despierta de golpe, impidiéndome dormir. Me levanto asustada una y otra vez y el proceso se repite. De repente, en una de esas ocasiones, una sombra fuera de lo normal me alerta y, al levantarme, no puedo evitar pegar un pequeño salto. Hay alguien sentado en la silla que hay al lado de mi cama. Con un pánico repentino me apresuro hacia la lamparita de noche y la enciendo.
Mi corazón se calma de repente cuando veo, tumbado en la silla, a Daniel. Su cabeza está ladeada hacia la izquierda y el pelo le tapa la ceja en ese mismo lado. Está profundamente dormido. Su expresión es de serenidad pura. Parece tan desprotegido, tan frágil...Pero de repente,unos segundos más tarde, la luz hace que se despierte y me mira con sorpresa. Se pasa las manos por los ojos y parpadea en repetidas ocasiones. No puedo evitar sonreír. Es lo más bonito que he visto nunca.
- Perdona, ¿ te he asustado ?- Me pregunta en un susurro.
-Un poco, pero no pasa nada. ¿ Cuando has venido? No te he oído entrar-
- Vine a las doce pero estabas dormida, así que decidí quedarme aquí para cuidarte.- Me dices con una pequeña sonrisa.
- Oh vaya, siento que tengas que quedarte en ese sillón toda la noche por mi culpa.- Le digo avergonzada al tiempo que una idea cruza mi cabeza. "No" me digo a mi misma." No puedes invitarlo así como así a tu cama. Pensará que eres una salida"
- No pasa nada. He venido porque quería estar contigo y velar tus sueños. Ya sabes, de eso se encargan los...Esto...Bueno...De eso me encargo yo- Acabas de decir al tiempo que te pones muy rojo, muy rojo. Tu mirada se posa automáticamente en el suelo.
No puedo evitar ruborizarme yo también. No hemos podido hablar de lo que somos, así que ni él ni yo tenemos claro nada. No sé qué piensa él, qué soy para él, y eso me asusta un poco. Tengo miedo de no estar a la altura, de que él tenga una serie de expectativas que yo no pueda cumplir.Tengo miedo de que hayamos interpretado las cosas de maneras muy distintas, pero prefiero no tocar el tema ahora.
-Esto...Muchas gracias, en serio.-
- Te he oído gritar en sueños. ¿ Tienes pesadillas ?- Me preguntas con preocupación.
La verdad es que las tengo, a todas horas. Cada vez que cierro los ojos esas horribles imágenes cruzan mi cabeza. Lo paso mal, pero no quiero preocupar a nadie.
-Bueno, la verdad es que alguna tengo pero...Pero no es para tanto- Le digo para intentar no preocuparle, pero la verdad es que estoy aterrada. No puedo evitar que, sin querer, empiece a llorar en silencio. Me retiro las lágrimas con rapidez pero él se ha dado cuenta y me abraza.
-Tranquila, estoy contigo. Te prometo que esta noche no volverás a tener pesadillas- Me aseguras con voz firme y grave.
No sé a qué te refieres, pero simplemente me dejo consolar. Lo necesito.
De repente noto cómo comienzas a moverte y te sientas conmigo en la cama. Una idea aterradora me atraviesa la cabeza sin previo aviso. ¿ No querrás...? No, no puede estar proponiéndome eso. No puede ser...Yo...Yo nunca...
Te sigues moviendo hasta que te tumbas a mi lado, tu cuerpo muy cerca del mio. Mi corazón latiendo descontrolado. Me quedo inmovil, muy nerviosa. Todos mis temores aumentan y comienzo a pensar en qué decirte, en qué hacer, en qué quiero...Porque no lo sé. Nunca he estado en esta situación, no se manejarlo. Quiero que siga lo que quiera que esté haciendo...O no...Estoy confundida.
De repente todo se queda a un lado cuando te limitas a abrazarme y apagas la luz. Al principio no muevo un músculo, esperando que me beses, que me toques...Algo. Pero no lo haces. Te limitas a quedarte así, abrazado a mí, como separándome del resto del mundo. Noto cómo se ralentiza tu respiración.
Así que sólo quería dormir conmigo. He sido una malpensada y una tonta. No puedo evitar reírme. Seguro que me he puesto rojísima. Cierro los ojos e intento dormir y, esta vez, ninguna pesadilla se atreve a molestarme.

viernes, 30 de agosto de 2013

Amores que matan

Lo único que hacemos es volver en silencio hasta mi habitación.Allí nos pegamos mucho rato, quizás demasiado. Simplemente abrazados en esa silenciosa habitación del hospital. Minutos, quizás horas, no lo se, pero se me hace cortísimo. Al final la puerta se abre y nos vemos obligados a separarnos rápidamente. Es el médico,otra vez, y Daniel se aparta de mi y se sienta en la silla mucho antes de que él pueda intuir nada. Levanta la mirada de los papeles que lleva en la mano y por fin la dirige hacia nosotros. Miro a Daniel durante un instante y veo como una rápida sonrisa cruza su cara.
-Bueno,Sandra, acabo de leer tu informe y me alegra comunicarte que todo ha salido perfectamente. La prueba que te hicimos esta mañana muestra que la operación ha salido genial y, por tanto, deberías ser capaz de hablar, aunque quizás haya que esperar unos días.Intenta no forzarlo, ¿ vale ?-
Le miro durante un momento y al final, acabo sorprendiéndome a mi mismo riendo. Él me mira sorprendido y gira ligeramente la cabeza. Trago saliva y,tras un pequeño esfuerzo, hablo otra vez.
- Ya puedo hablar bastante bien,doctor-Le digo con una sonrisa en los labios.
-Eso está muy bien,Sandra. No tienes nada de lo que preocuparte, tu laringe está perfectamente y puedes hacer vida normal,aunque intenta no forzarlo demasiado. No hables demasiado,ve poco a poco.- Me dice alegremente, antes de volver a dirigir la mirada al papel.
- Bien, una cosa más. ¿ Ha venido la enfermera para darte la medicación?-
-Sí, vino hace media hora más o menos-Le respondo con la mirada puesta en Daniel.
-Entonces os dejo solos- Responde con una sonrisa mientras dirige una mirada furtiva a Daniel, que se sonroja en cuanto la capta.
Al momento la puerta vuelve a cerrarse y me encuentro otra vez sola, únicamente acompañada por la mirada de aquel chico que parece hacer que todo lo demás no importe. Y miro esos ojos azules y me parece que nunca podría llegar a cansarme de mirarlos. Que quiero que sean lo primero que vea al despertar y lo último que me mire al irme a dormir.
Miro el reloj y me doy cuenta de que es realmente tarde.
-Una pregunta,¿ cuándo piensas irte a casa, chico malo? Seguro que tus padre están preocupados- Le digo con una sonrisa que crece al ver la cara de preocupación que él pone al oír mis palabras.
Se pone nervioso y se acaricia la nuca con la palma de la mano. Me mira, mira la pared,el suelo.Su mirada se posa en todos los rincones de la habitación de manera nerviosa.
-Mierda, no había pensado en eso- Responde rápidamente al tiempo  que saca el móvil del bolsillo y lo enciende.
Su cara va cambiando con cada pitido del teléfono hasta que,tras unos veinte pitidos, parece que acaba de despertar de una pesadilla. Incluso empieza a morderse las uñas. 
- Mmmm por tu cara diría que tienes unas veinte llamadas perdidas de tu madre y unos diez mensajes de tu padre - Le digo divertida. 
Como si no me oyese, sigue mirando absorto la pantalla del teléfono. De repente, como si despertase de repente, gira rápidamente la cabeza hacia mi y consigue que me asuste un poco.
- Tengo que irme ahora mismo si no quiero que mi madre me encierre en mi habitación hasta el día de la graduación- Me dice con una mezcla de prisa,preocupación y diversión-
Una sonrisa nerviosa se dibuja en su cara y se queda sentado mirándome con cara de súplica.Se muerde el labio.
-Anda,vete.- Le digo con una gran sonrisa al tiempo que le pego en el brazo.
Se levanta como un rayo y se mueve hasta la cama donde estoy sentada. Me da un rápido beso en la mejilla y se dirige hasta la puerta.
- ¡ Oye ! - Le digo justo antes de que cierre la puerta. La vuelve a abrir y me mira- Si mañana sigues vivo...¿ Me mandarás un mensaje o algo....?- Le pregunto tímidamente.
Al momento me arrepiento de haber dicho eso y me sonrojo. Acabo de conocerle, acabamos de de empezar de nuevo y apenas sé quien es y ya estoy pidiéndole que me llame como una novia controladora. Y ni siquiera somos novios,¿ o sí?. Mierda ¿ Qué somos realmente? Bueno, ya habrá tiempo para hablar sobre eso.

Lo miro tímidamente para ver cómo le ha afectado lo que he dicho. Para mi sorpresa, está sonriendo y me mira con dulzura. Procuro que no se note que me he puesto nerviosa.
-Te prometo que vas a ser la primera persona con la que hablaré mañana al despertarme y la última en la que pensaré cuando me vaya a dormir. Buenas noches Sandra-  Me dice desde la puerta y, al instante, ya la ha cerrado y se ha ido, dejándome sola en la habitación con una extraña sensación y la mente en blanco.
No pienso en nada y mi mirada se pierde en la pared hasta que llega la enfermera y me hace una pregunta.
-¿ Por qué estás sonriendo?-

Al día siguiente es mi madre la que me despierta con unos golpecitos en la puerta. Ella y mi padre entran en la habitación y se quedan conmigo mientras desayuno. Me duele un poco al tragar, pero lo disimulo y consigo acabar la comida. Charlamos durante un rato de mil y un cosas, pero me doy cuenta de que todos procuramos evitar el tema de Leo. Cuando consigo hacer que se vayan un rato a casa para que descansen, camino otra vez hasta la habitación de mi hermano. Ya es la tercera vez, sí, la tercera, porque resulta que hace unas horas, en plena madrugada, también he estado allí. No podía dormir pensando en él, no podía dormirme sin hablar con él y agarrarle la mano una vez más para darle fuerzas,para animarle a seguir luchando. Y allí habre pasado por lo menos una hora, entre sollozos y susurros, hablando con él sobre lo mucho que lo quiero y recordándo cosas de nuestra infancia. Luego, de puntillas, he vuelto a la habitación. Nadie ha notado mi ausencia y , al volver a la cama, me he notado mucho más tranquila. Me he tumbado en la cama y el sueño me ha llevado consigo.

Y aquí estoy de nuevo, arrodillada junto a su cama mirando su cara, que rebosa tranquilidad.
Ojalá hiciese algo, algo que aumentase mi esperanza, un ligero movimiento,algo. 
-Hola enano. Ya vez que te hecho tanto de menos que no puedo aguantar ni cuatro horas sin hablar contigo,asi que aquí estoy. Solo quería decirte que me enterado de que los exámenes empiezan dentro de dos meses, asi que date prisa y despiertate para entonces, que sino no te dará para pasar de curso, ¿vale?. Y bueno, solo decirte que te quiero un montón y que estoy segura de que estas luchando con todas tus fuerzas, que estás deseando volver con nosotros. Todos te echamos de menos y creeme cuando te digo que eres una persona estupenda y que me alegro un montón de ser tu hermana...- Me interrumpo cuando alguien abre la puerta.
Me doy la vuelta lentamente y veo una silueta situada en la puerta,inmovil. La luz le ilumina y, al instante, lo reconozco. Lucas. El corazón se me acelera al instante y siento ganas de vomitar. ¿ Qué hace aquí? ¿ Cómo puede venir a verme después de todo lo que ha pasado? No me puedo creer que tenga la poca verguenza de haber venido. Y encima sonríe. Su cara está adornada por una sonrisa tenebrosa que hace que me tiemble el cuerpo. Me repugna mirarle,pero no aparto la mirada. 
- Sandra, en cuanto me he enterado de lo que te ha pasado he venido a verte. ¿ Qué tal estás?- Me dice con un tono que pretende mostrar preocupación.
-Estoy perfectamente, Lucas. No deberías haber venido. Me parece que en el pueblo lo dejé todo claro.- Le digo con desdén al tiempo que lanzo una rápida mirada a Leo.
Él se muestra ofendido y vuelve a sonreir de manera trémula. Da un paso al frente y se situa frente a la cama. 
- ¿ No deberías estar agradecida? He recorrido muchos kilómetros para llegar hasta aquí. Anda, por lo menos dime que me agradeces el esfuerzo- 
- No te debo nada y no te daré las gracias por nada. Aún no entiendo para qué has venido cuando está bien claro que no quiero saber nada de ti- Le echo en cara mientras lo miro con rabia y asco.-Me parece que quedó bastante claro que tu y yo ya no somos amigos ni somos nada.-
- Venga ya, Sandra. Tu y yo hemos sido amigos desde pequeños y hemos compartido de todo...Incluso más que palabras- Añade con una sonrisita burlona.
Me trago la bilis que me sube a la garganta y lo miro con repulsión. Aprieto los dientes y reprimo el impulso de partirle la cara de un puñetazo.
-¿ Para que coño has venido ?- Me limito a decir con asco.
- A verte a ti, claro está.-Comienzo a decir como si fuese la cosa mas obvia del mundo. -Bueno...La verdad es que no he venido solo para eso.-
Se mueve otra vez hacia la puerta al tiempo que habla y, antes de que me de cuenta,la cierra no sin antes mirar hacia el pasillo con cautela.
Comienzo a ponerme nerviosa y me tenso. Me coloco delante de Leo y lo miro con dureza.
- He venido porque tengo un par de cosillas pendientes. Resulta que me he dado cuenta de que todo lo que me dijiste en el pueblo, no podías haberlo averiguado tú sola. Tenía que habertelo contado alguien. En cuanto me puse a pensar un poco me dí cuenta de que el único que podía saber todo eso y el único que podía habertelo rebelado, era tu hermano Leo.-Dice mientras mira a Leo con lo que parece ser asco.

- Ese cabrón había jodido mis planes y había hecho que tanto tú como Ana os enfadaseis conmigo. ¡ Con lo bien que me iba todo teniendo no a una,sino a dos chicas para mi ! - Comenta en tono melodramático - Ahora, Sandra, todo el mundo piensa que soy un cabrón y nadie se acerca mi. Todo el mundo me odia porque tu hermano no supo mantener la boca cerrada- Grita con furia.
Comienzo a tener miedo pero me mantengo en mi sitio y no me alejo de mi hermano, que yace dormido sin enterarse de nada.
-Tu hermano siempre me había caido mal, pero ahora que había visto que no era capaz de mantener  un puto secreto,me caía aún peor,asi que decidí que alguien tenía que darle mmm....Un escarmiento. Si él había hecho que yo lo perdiese todo, pues yo también le quitaría algo muy importante- Termina diciendo con un tono aterrador y mirándome con una sonrisa burlona.
Comienzo a entenderlo todo mientras miro su sonrisa,que crece al ver mi cara. Todos mis temores y mis suposiciones, todo era cierto.
-Asi que decidí que lo mejor que podía quitarle,era la vida- Suelta con una gran sonrisa.
Ahora no puedo evitar tensarme del todo y me acerco más a Leo. Extiendo los brazos en señal de protección y miro a Lucas.
-Fuiste tú. ¿ Cómo pudiste hacerlo ? Ni siquiera era el coche de mi hermano. ¡ Era el coche de un chico al que ni siquiera conoces ! - Le grito desesperada mientras comienzo a llorar.
Eso no hace que se borre su sonrisa y sigue hablando.
- Muy fácil. Ese chico se acercó a mí preguntando por tí y parecía desesperado. Sabía que no podía hacerle nada a Leo estando tan lejos, pero supuse que ese chico era muy importante para tí, asi que pensé que si le hacía daño a él, tú te hundirías, y eso hundiría a tu hermano. Una simple reacción en cadena. Tan simple como cortar un par de cables y quitar un par de tornillos del coche- Explica con una sonrisa de placer.

Mi cara debe de ser un cuadro,porque cada vez que me mira se ríe aún mas. Algo de mí quiere saltar encima suya y golpearle hasta que pierda el conocimiento, pero no solo estoy enfadada,sino también asustada. Tiemblo como una hoja y no termino de asimilar su confesión.
- Pero ahora- Prosigue Lucas - Se me ha concedido la oportunidad de llevar a cabo lo que tenía pensado. Me dijeron lo que había ocurrido, el accidente con vuestro coche, y no me podía creer que hubiese tenido tanta suerte. Aun así me dijeron que tu hermano y toda tu familia habíais sobrevivido, asi que he venido a hacerte una visitita.-
- Si lo que querías era comprovar que tu plan ha salido mejor de lo que pensabas, ya lo has visto. Ya puedes irte tranquilo- Le digo desafiante.
Para mi sorpresa comienza a reir con fuerza y se lleva una mano a la tripa. Cuando la risa cesa, sigue hablando.
-Me parece que no lo has entendido. He venido aquí porque se me ofrece la oportunidad de terminar lo que empecé, de cumplir mi promesa. Vengo a quitarle a tu hermano algo mucho más preciado, algo que todavía, asombrosamente, conserva tras el accidente.
Apenas me da tiempo a asimilar sus palabras. De repente, al mirar sus ojos y ver el odio y la venganza escritos en sus ojos verdes, me doy cuenta de lo que quiere hacer. Grito con todas mis fuerzas e intento detenerlo abalanzándome sobre él,pero es inutil. Noto un fuerte golpe en el costado  pero consigo agarrarme a su brazo y tiro de él para detenerlo. Aun así él consigue avanzar lentamente. Le doy un mordisco en el brazo con todas msi fuerza y entonces se gira hacia mí y me golpea en la cabeza. Un golpe seco que me tira al suelo y hace que se me nuble la vista. Desde el suelo observo,impotente, como se dirige hacia la cama de Leo, que se mantiene allí,inmovil, sin saber lo que está ocurriendo y sin poder huir. Intento levantarme pero no puedo y me caigo al suelo. La vista se me nubla más y más, pero aún alcanzo a ver algo.
Veo a Lucas tendido sobre mi hermano, agarrándolo por el cuello con ambas manos y apretando con fuerza. Veo como comienza a estrangularlo y, tras proferir un último grito de auxilio, me desmayo.

martes, 23 de julio de 2013

A tu lado

Mente en blanco. Es como si alguien apagase el interruptor que hace que todo mi organismo funcione.  Como si todo desapareciese. Es un sueño, una pesadilla. Tiene que serlo, no existe otra explicación. Pero aunque fuese un sueño, el dolor que siento es real. ¿ Por qué ha dicho eso? Miro al frente, a la nada, con los ojos desenfocados. No entiendo nada. No entiendo porque todo esto me pasa a mi. Me da la impresión de que voy a desmayarme de un momento a otro. Siempre va a a ser así, ¿ verdad? Siempre va a haber algo que me haga sufrir, que me haga llorar. Cuando parece que me levanto, vuelvo a caerme con más fuerza que antes. Quizás es hora de quedarse en el suelo, porque ya no tengo fuerzas para levantarme. Todo mi mundo ha cambiado, ya no me queda nada... Entonces decido alzar la mirada, dejar de pensar por un instante. Y le miro. Sigue en la habitación y me mira. Me mira y lo que veo en sus ojos me deja petrificada. Terror. Terror y una tristeza inmensa.Es como si ese azul de sus ojos, del mismo color que el cielo, ahora se hubiese convertido en hielo. Mantengo la vista puesta en él. Mi expresión es confusa. No sé cuanto tiempo pasa pero, de repente, él abre la boca, aunque no emite ningún sonido. Titubea. Cierra la boca. Toma aire. La vuelve a abrir.Y habla.
- Yo...Lo siento mucho, de verdad- Suelta las palabras en un susurro y los ojos se le humedecen- No quería hacerte daño, en serio. No entiendo cómo pudo suceder.-
Es como si algo se rompiese en mi interior. Como si el hilo que sujetaba mi corazón se rompiese. Las lágrimas surgen de mis ojos y ni siquiera me doy cuenta. Solo quiero una explicación, que alguien me diga que está pasando. Daniel sigue mirándome con ojos vidriosos y respira de manera entrecortada. Su cara refleja una tristeza inmensa y tiembla. Se aparta el pelo de la cara en un movimiento rápido y tras un par de segundos, sigue hablando.
- La verdad es que yo...Fui a verte. Necesitaba hablar contigo y decirte que...Bueno, necesitaba hablar contigo.- Comienza a decir mirando al suelo- Así que decidí ir a tu pueblo y buscarte allí. Cogí el coche y cuando llegué pregunté por tu dirección. Estuve hablando con un chico y me indicó tu dirección así que fui hasta tu casa pero...- Continua diciendo hasta que lo interrumpo.
Apenas consigo encontrar mi voz, pero al final,tras un momento de dolor, consigo que un hilillo de voz surga. Ni siquiera me doy cuenta y no me invade la alegría al verme hablar otra vez. Solo quiero solucionar esto, luego ya tendre tiempo de alegrarme.
-Espera, espera.... ¿ Hablaste con un chico que sabía mi dirección? ¿ Cómo era ?- Le pregunto sorprendida con un poco de esfuerzo. No se por qué, pero algo me dice que hay otra persona involucrada en esto. Una persona que yo conozco muy bien.
Daniel me mira con cara de confusión pero me contesta con nerviosismo.
- Pues....Era un chico de mi edad mas o menos. Alto y de pelo oscuro. Parecía bastante amable así que le pregunté por ti y, aunque puso una cara un poco rara, me dijo tu dirección.Después estuvo un rato muy serio así que le di las gracias y me fui. Aparqué el coche justo ahí y fui andando hasta tu casa. No recuerdo nada mas de él...Bueno, espera...Recuerdo que...Recuerdo que tenía los ojos verdes.- Termina diciendo mientras parpadea repetidamente para evitar que las lágrimas se le escapen.
Mi cara cambia radicalmente después de que hable. No puedo creerlo. Es él. Lucas aparece otra vez en mi vida, justo cuando creía que se había ido para siempre. No cabe duda, con esa descripción está claro que es él. Lo que no entiendo es por qué hay algo en mi, algo en mi cabeza que me advierte, algo que me dice que todo esto no es una mera casualidad, algo que me hace ponerme alerta. Decido dejar que siga hablando así que lo miro con curiosidad. Él parece entenderlo y sigue hablando, aunque aparta la mirada y la lleva al suelo en cuanto comienza a hacerlo.
-Cuando llegué a tu casa estuve un rato llamando y mirando haber si estabas dentro pero no te vi,así que volví al coche. Cuando llegué estaba en su sitio pero había una mancha de aceite en el suelo y encontré una tuerca en el suelo.-
El chico termina de hablar y vuelve a dirigir su mirada hacia mi, aunque cuando lo hace percibo un dolor terrible. Le cuesta horrores mirarme, y lo entiendo.
Deja de hablar y, aunque espero a que continúe, no lo hace. Se limita a mirarme y, al ver que no digo nada, habla él.
- Sandra, lo que quiero decir es que...Creo que alguien saboteó mi coche-
Ahora es cuando mi cara cambia de confusión a asombro. ¿ Qué está diciendo? Eso es imposible. ¿ Quien sería capaz de hacer algo tan...? Es entonces cuando una idea cruza mi cabeza a toda velocidad. No puede ser.  Eso es demasiado hasta para él...Aun así es la única explicación que se me ocurre...Lucas. Pero eso no es posible. Nadie es capaz de hacer una cosa así, ni siquiera él. O sí. Ahora mismo no soy capaz de pensar con claridad.
Mi cabeza comienza a llenarse de mil y un pensamientos pero, cuando Daniel comienza a hablar, me veo obligada a dejar de pensar y escucharle.
- Lo digo de verdad. Cuando salí del pueblo con el coche noté algo raro, pero no le dí importancia. Entonces fue cuando llegué al peaje de vuelta a San Sebastian y oí un ruido en el coche.. Me situé en la fila de coches y empecé a frenar. Entonces me di cuenta de que algo iba terriblemente mal. Por mas que pisaba el pedal el coche no frenaba lo mas mínimo. No te puedes imaginar lo mal que lo pasé.- Comienza a decir mientras yo lo miro expectante.
Entonces Daniel se calla de repente y yo lo miro confundida, esperando a que continúe con su relato, pero no lo hace. En su lugar comienza a temblar más y más, hasta que,de repente, se echa hacia delante y se tapa la cabeza con las manos bruscamente. Entonces comienza a llorar de repente y mi corazón, en ese instante, se rompe definitivamente.

" Narra Daniel "

No puedo más, ya no puedo seguir con esto. No puedo soportar tener que contarle esto. Tener que decirle que soy yo el que le ha hecho daño, que soy yo el que ha herido a sus padres, el que ha dejado así a su hermano. No puedo soportar que por mi culpa, quizás pierda a un ser querido. ¿ Qué clase de persona soy ? ¿ Cómo he podido hacerle esto a la persona a la que quiero? Quizás lo mejor es que me vaya. Quizás no debería haber venido, pero ella se merecía una explicación, aunque decirle esto me rompa el corazón. Porque ahora ella me está mirando. Me mira como nunca hubiese deseado que me mirase alguien: Con un miedo y confusión enormes. Y siento como mi corazón muere. Esto es lo peor que podía pasar. Le he destrozado la vida y nunca me lo voy a perdonar.
Ya está, se acabó, la he cagado para siempre. Lo único que siento que puedo hacer ahora, tras contarle todo, es llorar. Así que rompo las pocas defensas que me quedaban, derribo la frágil muralla que había creado para evitar que ella me viese así. Y todas las lágrimas surgen de manera seguida, en un torrente que no cesa. Y bajo la mirada, porque no puedo mirarla, me duele demasiado hacerlo.
Es entonces, entre sollozos, cuando comienzo a recordarlo todo.

 Flashback
" No sé cuanto tiempo llevo dentro de la bañera, pero teniendo en cuenta lo arrugadas que están mis manos, debe de haber sido mucho. No estoy seguro de si el agua que ha llenado la bañera proviene del grifo o de mis lágrimas, porque la verdad es que he estado llorando. Últimamente he recuperado esa costumbre. Parecía haber olvidado cómo se hacia. No lloro desde que mis padres se separaron, desde que ese cabrón hundió a mi madre. Creo que fue entonces cuando comencé a volverme así: Un idiota que ha perdido la fe en todo. Porque la vida me ha enseñado eso, que nada es para siempre, que nada de eso que llaman amor existe realmente. Aun así, después de todo este tiempo sufriendo en silencio y convenciéndome a mi mismo de que nunca sentiré algo así por nadie, aquí estoy, llorando en la bañera mientras lo único que surca mi mente es una imagen suya. De sus ojos, de su cara. Está claro que lo he hecho mal. La he cagado y ya no tiene remedio. Ella no quiere nada conmigo, y lo entiendo. Alguien como yo no merece la pena. Quizás solo necesite tiempo y la culpa no sea mía...Aunque no lo creo. Y ya he sufrido y le he hecho sufrir mucho. Ya es hora de pasar página, pero no puedo . Simplemente es imposible dejar de pensar en ella. Cuando estoy con ella....Me vuelvo diferente. Mejor. Y me gusta.
Debería decírselo. Debería decirle que la necesito y que esperaré por ella todo el tiempo que haga falta. Debería arriesgarme, pero me asusta todo esto. Nunca he sentido algo así. Quizás salga mal. Quizás acabe dolido y con el corazón roto. ¿ Merece la pena? Sí, creo que sí. Porque ella es algo por lo que merece la pena arriesgarlo todo, y lo haré. 
Se acabó el comerme la cabeza. La vida está hecha para vivir riesgos.
Me levanto de la bañera, me pongo la ropa y ni me molesto en secarme el pelo. Es hora de darle una oportunidad al amor. Mi corazón palpita muy fuerte contra mi pecho y estoy asustado. Nunca había estado tan asustado, excepto aquellas noches debajo de la mesa, cuando me tapaba los oídos y fingía no oír cómo mi madre gritaba. Cuando salía de ese escondite e intentaba ayudarla, pero solo conseguía que él también me pegase a mí. Entonces deseaba ser más fuerte, ser más grande para poder detenerle. Pero él siempre fue más fuerte.
" Déjalo Daniel " Me digo a mí mismo. Ahora no es tiempo para eso. No puedo dejar que el miedo me paralice. Esta vez no dejaré que esos recuerdos vuelvan a frenarme. Debo darme una oportunidad.
Me levanto,busco las llaves, algo de dinero y el móvil y salgo de la casa de mis tíos. Cojo el coche y arranco. Pronto estaré allí y podré decirle lo que siento. Ahora o nunca."

Parpadeo y dejo de recordar. Levanto la cabeza y allí sigue ella mirándome. Ya no sé qué mas decirle. Nada de lo que diga conseguirá arreglar esto. Aun así lo intento.
-De verdad que no sé como pudo ocurrir. Yo intentaba frenar, intentaba cambiar la dirección del coche pero...Nada funcionaba Sandra. Era como si todo se hubiese vuelto loco y te juro que no sé como pudo pasar. Yo jamás querría hacerte daño...- Digo desesperado mientras cierro los ojos y miro al suelo. Y lloro, sigo llorando mientras hablo, y mi voz se convierte en un grito desesperado.
No sé qué hace ella. Hay una pequeña parte de mí que espera que se acerque y me consuele, pero eso es muy egoísta. Debería ser yo el que la consolase a ella por haberle hecho esto, y no al revés, pero es que me siento fatal y ni siquiera yo entiendo cómo ha podido ocurrir todo esto.
Si ella me creyese, si ella supiera...Si ella supiera que, en ese momento, cuando oí un ruido metálico y todo dejó de funcionar, cuando empecé a dirigirme hacia su coche a toda velocidad y no podía hacer nada para frenar... Pensé en girar, en girar y estrellarme contra el muro que había a mi derecha. Eso hubiese sido mejor. Ojalá supiera que pegué un volantazo hacia ese muro, esperando chocar y acabar con mi vida, todo con tal de no causarle daño a ella. Porque en ese momento no tuve dudas. Si alguien tenía que resultar herido o morir, prefería ser yo antes que ella Y no me hubiese importado acabar así, muriendo para salvar a la persona que quiero.Y vuelvo a recordar ese momento.

Flashback
" No entiendo qué pasa. No puedo frenar. Aprieto el pedal con fuerza, con rabia, pero no cambia nada. El coche no se detiene. Entonces vuelvo a pensar en ella. En su cara y en nuestra pequeña historia. Pienso en lo que podía haber sido y no será. Por mi culpa. No puedo hacerle esto. Ella es la primera persona a la que quiero después de...
No puedo dejar que acabe así. No seré yo el que le vuelva a hacer daño, no esta vez. Y aunque sé que esto es lo más difícil que he tenido que hacer nunca, lo hago. Con gesto de rabia y dolor pego un volantazo y cierro los ojos esperando que todo acabe y pensando en mi madre. Esperando el silencio, pero no llega. Y al abrir con temor los ojos veo como el coche sigue avanzando en la misma dirección. Y aunque lo siga intentando, no gira. Y no puedo evitar rogarle a Dios que  me perdone por esto. "

Dejo de pensar otra vez y vuelvo a la realidad. Todo esto, no puedo decírselo, porque sonaría como un mentiroso, porque al final no lo hice, porque de nada sirvió girar el volante. Y no es el momento para decir esto. Siento que solo puedo llorar, pero decido que debo ser fuerte y vuelvo a levantar la cabeza para mirarla. Me está mirando y, en cuanto sus ojos se cruzan con los míos, veo como se humedecen rápidamente y al instante comienza a llorar. Las lágrimas corren por su cara pero su expresión no cambia. Solo me mira con tristeza y habla.
- Te creo, Daniel. Esto no es culpa tuya, estoy segura.-Comienza a decir hasta que se le quiebra la voz.

- Seguro que hay algo más,algo que desconocemos, pero ahora da igual. Solo me alegro de que estés bien. Solo necesito que me abraces, por favor- Me dice en un susurro.
Estoy tan asustado y confuso que al principio pienso que me lo he imaginado, pero no lo he hecho. ¿ No me odia ? ¿ Lo entiende ?  No puedo creer que no esté enfadada conmigo o piense que realmente todo ha sido culpa mía. Me acerco hasta ella lentamente, con miedo a que cambie de opinión,peor parece que no lo hace. Cuando la tengo muy cerca, la miro a los ojos.  Me quedo así unos segundos, sintiéndome el responsable de que tenga esa mirada tan triste ahora mismo.  Me detengo y no hago ningún movimiento. De repente ella se lanza a mis brazos, sin previo aviso, y llora como una niña, llora apoyada en mí, como aquella vez en el instituto. La rodeo con mis brazos e intento consolarla, aunque no puedo evitar decirme a mi mismo que yo tengo la culpa de todo, que estoy intentando que no llore cuando soy yo el que la ha hecho llorar así.
Ella acerca la cabeza a mi hombro y me susurra al oído.
- No te culpo de nada, de verdad. Solo quiero que me abraces, porque solo el pensar que podía perderte ha sido lo peor de todo. No te vayas, por favor. Quédate conmigo-
Sigo sintiéndome fatal, pero sus palabras parecen quitarme un gran peso de encima. Es como si mi alma volviese a estar curada. La abrazo con fuerza y dejo que llore en mi hombro mientras yo lloro en el suyo.  Sobran las palabras. No sé lo que pasará más adelante ni como acabará todo esto, pero ahora mismo me da igual. Solo sé que la necesito, que la quiero conmigo. Todo lo demás me sobra.
Y así, abrazados pasamos los minutos. Me inclino con cuidado y le beso la mejilla suavemente. Ella se aparta entonces con cuidado y mis mejillas se sonrojan al pensar que quizás no debería haberla besado.
Entonces, para mi sorpresa, me mira. Y me mira de otra forma. Sonríe tímidamente y no puedo evitar sonrojarme más.
- Todo saldrá bien- Me dice entre sollozos. Y no puedo evitar pensar, una vez más, que es estupenda, que no hay nadie como ella, capaz de sacarte una sonrisa hasta en estos momentos en los que se encuentra mal y tú también.
Y entonces, no puedo evitar coger su rostro con mis manos y sonreír al mirarla. Vuelvo a sentir esas mariposas en el estómago y me dejo llevar por esa nueva sensación.
- ¿ Sabes que eres increíble ? - Le digo entre sonrisas.
- Me lo dicen a veces- Respondes con cara burlona mientras sonríes.
Y entonces me doy cuenta de que algo ha vuelto a mi interior. Es como si todo volviese a ser como antes, como si la vida me diese una nueva oportunidad. Definitivamente he recobrado la fe.
Y me acerco a ti y te beso. Te beso como nunca besé a nadie y no puedo evitar sonreír a la vez. Es como si todas las estrellas volviesen al cielo, o como si yo las viese otra vez. Estoy seguro de que mi madre está orgullosa, allí donde esté, porque por fin he cumplido mi promesa.

domingo, 21 de julio de 2013

Disculpas ( de nuevo )

Sí, lo sé. Soy la peor persona del mundo porque os he tenido más de un mes sin subir un miserable capítulo. Y lo siento mucho. He estado de vacaciones desde el día 20 de Junio hasta ayer y siento decir que en el pueblo al que voy, no hay piscina, ni hoteles....Ni WIFI !!  Os pido miles de perdones y prometo que a partir de ahora voy a subir más a menudo ya que es verano. Por el momento puedo prometer que en el próximo capítulo va a haBer una pEqueña SOrpresa... Haber quien lo pilla ;)
Un abrazooo.

domingo, 2 de junio de 2013

Lágrimas

Intento tranquilizarme, aunque no funciona. Comienzo a sentir que me falta el aire y abro la boca desesperada para intentar tragar bocanadas de aire que parecen no relajarme en absoluto. Necesito calmarme. Cálmate Sandra,cálmate... Comienzo a asimilarlo. Me han operado de la garganta, eso está claro pero...¿ Y si no consigo volver a hablar ? Vuelvo a notar como la angustia vuelve a apoderarse de mí por lo que decido dejar de pensar en ello. Ahora lo más importante es ver a Leo. Decido seguir andando hasta que consigo abrir la puerta de la habitación. Salgo a un pasillo blanco que se extiende hacia mi derecha e izquierda. De repente diviso al médico que me ha visitado antes en una esquina, hablando con una enfermera. Comienzo a andar mas deprisa hacia él hasta que, cuando lo tengo a unos pocos metros de mí, se percata de mi presencia, me mira con preocupación, y echa a andar hacia mí pidiéndome que pare.
-Para Sandra,para. Aún estás muy débil,podrías caerte- Me dice con un tono de preocupación. Al momento de decir esto baja un poco la vista y se percata de que el parche de mi cuello está descolocado. Vuelve a levantar la mirada y me mira a los ojos.
-No deberías haberte quitado eso, Sandra. Ya te he dicho que te operamos apenas dos días. La cicatriz sigue siendo reciente.- Me explica despacio.
 El médico se percata de mi cara de asombro y preocupación. Es como si adivinase que yo no sabía lo de la operación, solo lo intuía. La verdad es que me siento un tanto avergonzada por no haberle hecho caso cuando me estaba explicando mi situación.
-No has oído ni una palabra de lo que te he dicho antes, ¿ me equivoco ? - Me dice con una tímida sonrisa y cara de comprensión.-  Sandra, hemos tenido que operarte de la garganta. Toda tu laringe fue atravesada por uno de los cristales del coche durante el impacto, causándote una hemorragia importante y dejando tus cuerdas vocales en mal estado. Las hemos estado reconstruyendo y hemos cosido muchas zonas. La operación ha salido muy bien, aunque no puedo garantizarte que puedas recuperar el habla...- Me dice lentamente y bajando la mirada mientras pronuncia la última frase.
No puedo evitar preocuparme y sentirme muy desdichada. Aun así lo único que me preocupa en estos momentos es ver a Leo, y así se lo hago saber al doctor mediante otro papel y un boli. Él me acompaña hasta la habitación, abre la puerta, y la cierra detrás de mí para dejarme sola con él. Apenas entro veo su cuerpo postrado en la cama. No se mueve, ni un ápice. Se encuentra tumbado en la cama boca arriba.Sus ojos azules cerrados y su cara serena. Es como si durmiese plácidamente, lo que me preocupa es que su sueño dure para siempre. Echo a andar hacia él y me siento en la silla colocada junto a su cama. Alargo tímidamente el brazo y agarro su mano. Tan pronto como lo hago un escalofrío me recorre todo el cuerpo y siento ganas de llorar. Intento reprimirme, pero no puedo. Sé que si ahora mismo pudieses verme me dirías que no lo hiciera, que no llorase...Que no te gusta que lo haga, pero no puedo evitarlo. Solo espero que vuelvas aquí, conmigo. Desde donde quiera que estés...Vuelve. Ojalá tuviese ahora aquí a mi Leo. Al pesado que no puede parar quieto ni un segundo y que se pasa todo el jodido día chinchándome. Ese es el leo que yo quiero, ese es el hermano que no quiero perder nunca. Me agacho y lloro durante mucho rato, demasiado. Llego a pensar que me quedaré sin lágrimas, aunque por desgracia eso no ocurre.
 De repente llaman a la puerta y alguien la abre. Me apresuro a levantar la cabeza y no puedo evitar volver a llorar. Mi madre se encuentra en la puerta, sentada en una silla de ruedas con una escayola en la pierna derecha. En cuanto me ve no puede evitar emocionarse y veo como sonríe y como llora sin poder evitarlo. Su cara tiene algunos arañazos y parece cansada aunque por lo demás me alegra comprobar que se encuentra bien. Corro hacia ella y la abrazo en silencio, sin ningún sonido mas que el de su llanto. Cierro los ojos y sumerjo mi cara entre su pelo, como un día hizo una niña asustada que siempre buscaba refugio en esos brazos. Disfruto de la sensación de tenerla conmigo, porque solo el hecho de pensar que podía haberla perdido, me hace apreciar aún más ese momento a su lado.
Es entonces cuando veo que no viene sola. Tras ella está mi padre, que me mira emocionado al darse cuenta de que levanto la cabeza para mirarle. Aunque me gustaría quedarme así siempre, suelto a mi madre y ahora abrazo a mi padre. Lo miro de arriba abajo, comprobando que está bien. Solo unos rasguños, nada más. Lo abrazo y el hombre llora como un niño. Me parece que es la primera vez que lo veo llorar. Solo espero que sea también la última, porque de lo contrario, no lo soportaría. Mi padre me abraza fuerte, como si tuviese miedo de que fuese a desvanecerme. Hablaría con ellos, les diría que los quiero y lo mucho que me alegro de que estén bien, pero no puedo y confío en que mis ojos digan por mí lo que yo no puedo. Ellos parecen entenderlo.
-Ya sabemos lo de tu garganta cielo. No te preocupes por nada, todo se arreglara, ya lo veras...Todo- Concluye mi padre mientras mira a Leo, que sigue quieto en su cama,ajeno a todo. Comienzo a pensar que quizás sí que puede escucharnos. Quizás oye lo que decimos. Dicen que el oído es lo último que se pierde. Decido que quiero hablar con él. No estoy segura de que vaya a poder escucharme,pero vale la pena intentarlo. Tras unos cuantos minutos escuchando hablar a mis padres, decido que es mejor dejarles descansar, pues parecen cansados. Les escribo una nota para que sepan que quiero estar a solas con Leo y ellos llevan a cabo lo que les pido.
En cuanto la puerta se cierra me dirijo hacia la pequeña silla y miro a Leo con tristeza y cariño, mientras le acaricio la mejilla con dulzura. Es como si en mi cabeza él dijese " quita esa mano". Seguro que,de poder, diría eso...Siempre lo decía. No puedo evitar recordar todas sus manías con cariño.Sonrío y lloro, todo a la vez. Vuelvo a coger su mano y respiro hondo. Cierro los ojos y pienso durante unos instantes en lo que le quiero decir, aunque mas que hablar me temo que solo podré pensar. Espero, aun así, que me escuche.
" Hola enano. Ni siquiera estoy segura de que puedas oír esto, pero ya sabes lo mucho que me gusta darte discursitos, así que aquí va uno. Sé que no te lo digo lo suficiente, que debería dejártelo claro cada mañana, cada vez que te veo, pero quiero que sepas que te quiero. Siempre estábamos juntos de pequeños. Recuerdo cuando jugábamos en el parque de pequeños, cuando me dejabas ganar a todos los juegos de cartas para que no me pusiese triste. Recuerdo como me defendías cuando tus amigos mayores se metían conmigo y me llamaban canija... Supongo que siempre estabas ahí conmigo, aunque me costase verlo. Por mucho que riñésemos, tu siempre me apoyaste en todo. Ojalá pudiese ayudarte yo esta vez. Estoy segura de que aunque pudiese, seguiría estando en deuda contigo, porque te debo tanto... Necesito que vuelvas conmigo. Nunca he sabido como decírtelo, siempre me dio un poco de vergüenza, pero quiero que sepas que haber tenido la oportunidad de conocerte,de ser tu amiga, de ser tu hermana, de compartir todo esos momentos....Eso es lo mejor que me ha pasado. Que yo solo quiero estar contigo y cuidarte y ayudarte...Toda mi vida. Nunca te lo confesé pero...Siempre que estaba avergonzada o triste y tu me abrazabas, todo lo malo, parecía menos malo. Ojalá a ti te esté pasando lo mismo ahora. Te quiero, Leo "
Cuando termino me doy cuenta que hace rato que he empezado a llorar. Que mas da. Me seco la cara de lágrimas y me quedo allí sentada, a su lado, sin dejar de soltar su mano. Solo quiero que esté bien...Que vuelva conmigo, que pueda volver a disfrutar de la vida que tenía.
Estoy inmersa en mis pensamientos cuando,de repente, llaman a la puerta. Ni siquiera me molesto en decir nada, ni siquiera giro la cabeza hacia la puerta. De todas formas alguien la abre y oigo como la cierra tras sus espaldas. Entonces si que giro la cabeza para ver quien es. Y desearía no haberlo hecho nunca. Mi cara se torna confusa en cuanto le veo, en cuanto mi corazón da un vuelco tan grande que incluso me asusto. No puede ser él, no tiene sentido, pero está claro que no me equivoco. Allí está Daniel, de pie junto a la puerta cerrada, mirándome. No es así como imaginé que sería nuestro reencuentro. Desde que me desperté aquí no he tenido mucho tiempo para pensar en él. Solo sé que le quiero. Que tardé mucho en darme cuenta, que le hice mucho daño rechazándole, pero aun así en el pueblo me di cuenta de que quiero estar con él, de que no necesito esperar. Solo necesito que me abrace, haciendo desaparecer todo el dolor de mi corazón. No necesito mas tiempo para aclarar las cosas, ya está claro que toda mi vida en el pueblo acabó. Ahora, si he de empezar un nuevo capítulo de mi historia, quiero que él sea el protagonista que llene todas las páginas.

Me percato de su cara de tristeza y,aunque me extraña un poco, decido dejarme de tonterías. No puedo evitar sonreír y abro la boca para decirle que lo siento. Lástima que ningún sonido salga de ella. Espero a que él diga algo, a que pregunte qué me pasa. Quiero decirle tantas cosas. Solo quiero hablar con él. Solo quiero besarle, pero su cara, triste y dolida, me incomoda y me paraliza. ¿ Qué le pasa ? ¿ Acaso no se alegra de ver que estoy bien ? No entiendo nada, una vez más. Decido esperar a que hable,pero pasa el tiempo y no lo hace. Yo solo quiero pedirle perdón. Ojalá pudiese decirle lo mucho que está empezando a gustarme. Ojalá él dijese algo. Me limito a mirarle y mil y un pensamientos recorren mi mente.
Se acabó el tiempo, no puedo esperar más. Ya que no puedo decirle nada, será mejor que me exprese de otra manera. Siento miedo y vergüenza, esto es muy difícil y no lo he hecho nunca. ¿ Y si está tan dolido que no quiere saber nada de mí ? No,no puede ser eso. Si fuese así, ¿ que hace entonces aquí ? No es momento para dudar. Es ahora o nunca. Lo necesito. Le he echado tanto de menos...Ahora no es momento de acovardarme. Será mejor hacerlo rápido, antes de que cambie de idea.
Me levanto de la silla y suelto la mano de Leo. Corro hacia él y por un momento pienso que he hecho mal en hacer esto. Su cara no cambia, sigue mirándome tristemente y no se mueve, no hace nada. Me asusta su reacción. No le doy tiempo ha hacer nada, agarro su cuello con mis manos, lo atraigo hacia mí y lo beso con desesperación. Es como si no pasase nada. Espero algo, la mas mínima reacción. En mi cabeza hay dos opciones: Que me empuje, me aparte de él y me diga que soy una sinvergüenza por jugar así con él o que me acerque a él y me bese como si fuese a morir por ello. Espero y espero a que se cumpla la segunda, pero pasan los segundos y no hace nada. Es como besar una estatua de cera. No sé qué estará significando eso para él, pero mi corazón late a mil por hora. Siento un hormigueo en la tripa y solo quiero acercarlo más a mí. Solo quiero que me diga que no volveremos a separarnos, que todo ha pasado, que lo tengo a él. Quiero sentir hoy, mas que nunca, que está aquí, conmigo, pero no ocurre nada.
 Nada. Hasta que de repente se me rompe el corazón. Me acaba de agarrar por los brazos y me aparta de él con suavidad. Me lo temía. Debe odiarme por todo lo que le he hecho.
No intento nada. Dejo que me aparte de él y me quedo de pie enfrente suya, mirándolo desconsolada. Al instante una lágrima recorre mi mejilla y me siento fatal. Fatal porque lo he perdido para siempre. Le miro esperando a que me diga lo horrible que soy y que no quiere volver a verme, pero en vez de eso sigue mirándome unos segundos más en silencio. Es entonces cuando me doy cuenta de la terrible tristeza que desprende su mirada. Entonces empiezo a pensar. ¿ Qué está haciendo aquí ? ¿ Cómo ha sabido lo que me ha pasado ? No me da tiempo a seguir pensado porque el chico comienza a hablar.
- Lo...Lo...Lo siento Sandra, de verdad. por favor, no llores- Me dice con aun voz que me asusta por su angustia.
Se le ve cansado, muy cansado. Su pelo, que ahora mismo está mojado y alborotado, le cae sobre la frente. Sus ojos azules, esos ojos que siempre me han encantado, parecen tristes y están rodeados de unas ojeras tremendas. Es como si esos ojos, que siempre habían desprendido luz y vida, ahora se hubiesen apagado.
No puedo seguir mirándolos porque aparta su mirada de la mía y la dirige al suelo.
- Tengo muchas cosas que explicarte, lo se.- Continua diciendo ante mi atónita mirada.
Decido dejarle hablar porque tampoco es que pueda contestarle nada.
- No es que te odie, tranquila. Estoy seguro de que estás pensando eso. Es totalmente al revés. No te merezco en absoluto. Es todo culpa mía- Termina por decir con voz entrecortada.
El momento siguiente a esas palabras, me parece que nunca lo olvidaré. Ese fue el momento en el que vi a un ángel llorar.
 Sus ojos se llenan de lágrimas rápidamente y no se molesta en retirarlas con su mano. Su pelo alborotado cae sobre su frente. Sus ojos se tornan de un color verdoso tras todas esas lágrimas. No puedo evitar acercarme. Doy unos pasos y, aunque espero un nuevo rechazo, alargo la mano y toco su cara. Por un momento me mira con cariño, pero tras un segundo todo se desvanece. Vuelve a agarrar mi mano y a alejarla de su cara con cuidado. Mi cara vuelve a reflejar confusión.
- Perdóname. Yo... Yo te...Bueno, a mi me gustas mucho Sandra, pero no puedo estar contigo. No puedo- Continua diciendo entre lágrimas.
No lo entiendo, no lo entiendo. ¿ Por qué ? Si tanto me odia que no quiere estar conmigo que me lo diga ya, porque esto me está matando. Me encantaría poder hablar para decirle que no entiendo nada, que me explique por qué. ¿ Por qué parece que se le rompe el corazón cada vez que me mira ? Entonces, de repente, deja de llorar y veo como aprieta los puños. Su rostro se torna enfadado. Se mezcla la tristeza con la rabia.
-Soy un cabrón. Realmente lo soy- Grita con rabia y asco.
Mi cara sigue mostrando confusión,cada vez más. Entonces una última lágrima cruza su cara y sus ojos, que estaban mirando hacia el suelo, vuelven a cruzarse con los mios. Así, mirándome, dice la última frase.
-Sandra...Fui yo quien llevaba el coche que se estrelló contra vosotros-

miércoles, 15 de mayo de 2013

Pesadillas

 Antes de nada quería decir una cosita : LO SIENTO LO SIENTO LO SIENTO LO SIENTO !!!
Sé que he tardado siglos en escribir y no va a volver a pasar. El problema es que he estado con exámenes y trabajos interminables ( si vais a bachiller fijo que lo entendéis )  Espero poder compensaros con este capítulo =)



Silencio, eso es todo. Solo silencio. Hasta que de repente algo cambia. De repente es como si alguien hubiese tocado el botón de "encendido" de mi cuerpo. Comienzo a  sentir algo, como un hormigueo que me recorre las piernas y se extiende por todo mi cuerpo. Intento abrir los ojos instintivamente,pero incluso ese simple movimiento me resulta increiblemente doloroso y costoso. Comienzo a pensar. ¿ Qué ha pasado ? ¿ Donde estoy ? Veo una habitación totalmente blanca, como salida de un cuento. Llego a pensar que estoy muerta, aunque no es así como me imaginaba el cielo exactamente. Mis ojos recorren ansiosos toda la habitación. Un simple sillón y un armario son la única decoración. Una diminuta televisión se encuentra en frente de mí. No hay nadie aquí,estoy sola. Intento concentrarme,pensar,sacar algo en claro. Pero la verdad es que cuando intento rebuscar en mi memoria en busca de un recuerdo, es como mirar un agujero negro. Nada.
No recuerdo nada. Me asusto al pensar que quizás he perdido totalmente la memoria. Intento calmarme. Comienzo a pensar en las cosas más simples.
 Mi nombre es Sandra, eso lo tengo claro. Mis padres , mi hermano y yo somos de un pueblo llamado Lúroz. Hemos vivido allí toda la vida. Mi hermano se llama Leo... Nada más. Recuerdo mi infancia, mi vida en el pueblo. Todos esos recuerdos permanecen intactos. Recuerdo que me mudé a San Sebastian, recuerdo el instituto. Recuerdo las noches en vela llorando a la amiga que creía tener y que había perdido. Recuerdo ir al mar. Recuerdo que casi me ahogo. Recuerdo ser arrastrada fuera del agua. Y le recuerdo a él. Daniel. Mi ángel de la guarda. Recuerdo verle en el instituto. Recuerdo...Recuerdo besarle. Y recuerdo romperle el corazón rompiendo así el mío. Recuerdo regresar al pueblo. Recuerdo ir a hablar con Lucas, recuerdo odiarle. Recuerdo salir de su casa,encontrarme con Ana y pelearnos hasta que me dí cuenta de que la había perdido para siempre. Pero nada más.
Solo sé que íbamos a volver a San Sebastián. Nada, mi mente es una caja fuerte de la cual no tengo la llave ni la combinación. Se me pasan por la cabeza muchas ideas. No puede ser resaca. Yo no bebo. Tengo curiosidad y miedo. ¿ Que ha pasado? ¿ Por qué estoy yo en un hospital ? ¿ Por qué no están mis padres conmigo ? Intento levantarme, pero al instante un mareo me obliga a volver a tumbarme.
Cuando estoy comenzando a tener mucha ansiedad, alguien abre la puerta. Es una enfermera. Una chica rubia y bajita de unos treinta años. Parece sorprenderse al verme consciente. Sin decir nada sale a toda prisa de la habitación y, aunque intento retenerla, no consigo gritarle nada. Solo emito un sonido desesperado. Es como si se me hubiese olvidado hablar. Me siento estúpida. Me siento invecil.  Vuelvo a intentar llamarla. Vuelve a ser un intento inútil.
Al instante vuelve a abrirse la puerta y entra la enfermera, la misma de antes,acompañada por un señor más mayor, un médico.
 Se acerca a mí y respira aliviado al verme.
-Por fin te despiertas, bella durmiente- Me dice con buen humor.
Vuelvo a intentar contestarle. En cuanto abro la boca e intento hablar, un dolor agudo invade mi garganta.
La expresión del médico cambia. Ahora parece preocupado. Me hace un gesto para que pare y yo dejo de intentar hablar.
-Supongo que tendrás muchas preguntas. ¿ Recuerdas que ha pasado ? ¿ Sabes por qué estas aquí?-
Rendida,me limito a negar con la cabeza en lugar de responderle verbalmente.
- No te preocupes, no es problema de tu cerebro ni nada parecido. Tu memoria se mantiene perfecta. Solo estás confundida y aturdida. Te ayudaré un poco, si quieres- Hace una pausa esperando mi respuesta.  Le digo  que sí con un gesto de cabeza.
- Tuviste un accidente. Un accidente de coche- Para de hablar y contempla mi cara. Comienzo a esforzarme por pensar. Intento revivir el último día en el pueblo.De repente es como si alguien hubiese descorrido una cortina delante de mí. Lo veo todo claro. Estábamos en el coche. Yo y Leo íbamos atrás. Estábamos en un peaje. Entonces...Entonces...Un coche vino por detrás y luego solo hubo silencio.
El médico contempla mi cara de preocupación. Y es que estoy poniéndome histérica. Dios.. Es verdad. Tuvimos un accidente. Un montón de preguntas surgen de repente en mi mente como una cascada. Yo he sobrevivido, estoy bien pero... ¿ Y mis padres ? ¿ Y Leo? Si les ha pasado algo yo... No sabría que hacer. Comienzo a llorar desesperadamente. Vuelvo a abrir la boca para hablar. Necesito preguntarle donde está mi familia. Necesito una respuesta ya. Vuelvo a sentir un gran dolor en mi garganta, pero lo ignoro. Sigo intentando comunicarme con él, pero solo consigo que el dolor aumente y de mi boca no sale ningún sonido.
El doctor me agarra del brazo y me pide que pare. No le escucho. Sigo llorando, la garganta me sigue doliendo y me siento impotente. El doctor parece comprender lo que quiero.
- Tranquila, tranquila. Tus padres están bien. Tu padre tenía un corte en la cabeza pero con unos cuantos puntos ya está bien. Tu madre se rompió la pierna en el impacto. Nada que una escayola no pueda curar- Me dice con un tono totalmente tranquilizador.
Por un momento dejo de preocuparme. Vuelvo a estar relativamente tranquila porque sé que ellos están bien. Pero todo vuelve a tornarse horrible cuando pienso en Leo. ¿ Por qué no me ha dicho cómo está él ?  Vuelvo a tener ganas de llorar. Levanto el brazo con gran esfuerzo y consigo señalarle. Señalo una pequeña libreta que el hombre guarda en el bolsillo de su bata blanca junto con un boli.
Como él no me dice nada, tendré que preguntar yo. El hombre me entiende a la perfección y me pasa la libreta y el boli. Con mano temblorosa comienzo  a escribir. " ¿ Cómo está mi hermano Leo ? " Escribo con gran esfuerzo y con pésima letra sobre el papel.
La cara del doctor se vuelve sombría durante un momento. Aunque vuelve a tornarse amable al instante, yo lo aprecio. No dice nada durante un momento. Me mira con intensidad. Me preocupo cada vez más y más y una idea cada vez más clara ronda mi mente al tiempo que comienzo a sentir que me falta el aire: Está buscando las palabras mas apropiadas para decírmelo. Para decirme que Leo está muerto. Tras unos segundos casi interminables, el médico comienza a hablar.

-Tu hermano iba sentado en la parte trasera del coche, al igual que tú. Tú debiste de agacharte momentos antes del impacto, porque no sufriste ningún impacto en la cabeza debido a la inercia. La verdad es que has tenido mucha suerte. En cambio él...No tuvo la misma suerte. Tu hermano se golpeó la cabeza contra el asiento delantero y  el impacto le provocó una importante lesión cerebral. Está en coma, lo siento mucho. Pero no es irreversible, hay un cuarenta por ciento de posibilidadesde que salga del coma sin secuelas importantes.-
Intenta tranquilizarme y sigue hablando, aunque yo no escucho nada más. Leo está en coma. ¿ Y si no vuelve a despertar ? Puede que haya perdido a Leo, o por lo menos al Leo que yo conocía. Lloro como una niña muchísimo rato y, ni las muestras de comprensión y cariño del médico ni los calmantes que me dan para la garganta consiguen que me sienta mejor. Intento buscar el lado positivo. Puede que vuelva a ser el mismo, puede que salga de esta. Intento calmarme pero no llego a conseguirlo del todo hasta pasadas unas horas. Solo quiero verle. Solo eso. Decido intentar levantarme. El médico no ha dicho que tenga ningún hueso roto. Aunque tampoco le he dejado que me explique nada. En cuanto me ha dicho lo de Leo le he pedido que se fuese para poder llorarle en la intimidad. Me ha estado explicando mi situación, aunque ni siquiera le estaba escuchando. Solo asentía de vez en cuando, aunque no escuchaba nada. Tal vez no quería escuchar lo que tenía que decirme. Tal vez me daba demasiado miedo recibir otra mala noticia.¿ Y si yo también estoy mal ? No parece que tenga nada grave,por lo menos sé que puedo mover las piernas y los brazos.
Comienzo a levantarme poco a poco. Es como si mi cuerpo pesase una tonelada, pero después de un buen rato, lo consigo. Vale le pena el esfuerzo con tal de ver a Leo. Cuando por fin estoy sentada en la cama, comienzo a ponerme en pie con cuidado. Mis pies por fin tocan el suelo y decido apoyarme sobre ellos. Al principio es una sensación extraña, como si caminase por primera vez. Me cuesta un poco equilibrarme y por un momento pienso que voy a caer. Luego consigo estabilizarme y doy el primer paso apoyada en la pared. Paso tras paso consigo llegar al baño.
Por fin puedo mirarme en el espejo. Mi cara sigue igual. Solo tengo unos cuantos cortes por la frente y el pómulo derecho. Examino mis brazos y veo también cortes en ellos. Lo mismo ocurre con mis piernas. Me desabrocho la bata del hospital y examino mi espalda. Veo una linea negra rodeada de piel enrojecida. Me doy cuenta de que me han dado puntos allí.  Vuelvo a mirarme en el espejo. Estoy contenta porque parece que no tengo ningún problema grave. Entonces una punzada de dolor me atraviesa el cuello y me acuerdo de mi garganta y de que no puedo hablar, aunque no sé por que. Todavía no me he examinado el cuello. Tengo miedo de lo que pueda encontrar debajo de la bata. Pero tengo que saber si estoy bien. Cierro los ojos, me armo de valor y me desabrocho el botón delantero de la bata. Introduzco mi mano por el tejido y toco mi piel. Todo parece normal, hasta que noto una superficie elevada y suave. Abro los ojos extrañada y observo mi garganta. Tengo una especie de parche colocado en el cuello. Unas gasas sujetadas con esparadrapo a mi cuello tapan parte de este, aunque no sé por qué. Quizás se trate de otro corte, esta vez un poco más profundo. Decido salir de dudas y, aunque sé que no debería, retiro con cuidado el parche de mi cuello. Siento dolor al hacerlo,pero no paro.
 Mantengo los ojos cerrados mientras retiro el parche de mi cuello y cuando por fin lo tengo en la mano, decido abrirlos poco a poco. En el mismo momento en el que entorno los ojos y veo mi cuello me doy cuenta de que algo va mal. No puedo evitar llevarme la mano a la boca. Gritaría, pero no puedo.  Tengo una gran cicatriz en el cuello, no como las otras, esta es mucho peor. Una linea de puntos recorre mi garganta cerrando lo que debió de ser una gran herida. Entonces recuerdo haber oído al médico hablar acerca de una operación, aunque yo no le estaba escuchando en ese momento.
Antes de que me de tiempo de fijarme en mas detalles, mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas que nublan mi visión. Siento que pierdo las fuerzas.Comienzo a pensar que esto no puede ser real, no puede ser...Todo esto tiene que ser un mal sueño, todo es solo una pesadilla. Esto no ha pasado, no ha podido pasar. No me he ido del pueblo, es mentira. No he perdido a Ana, ni a Lucas. No me he mudado, es imposible. Sigo allí, en Luroz, esto es un mal sueño, nada más. Un mal sueño del que quiero despertar. Quiero que todo desaparezca. Quiero olvidar que perdí a mi mejor amiga, quiero olvidar que Lucas no es la persona que yo creía, que nunca me quiso. Quiero seguir en mi pueblo, quiero recuperar mi vida, quiero que se acabe esta jodida pesadilla de una vez... O quizás no quiero. Quizás no quiero despertar de este sueño,  quizás debería seguir dormida. Porque esto no es una pesadilla,sino un sueño, porque en las pesadillas no hay ángeles, en las pesadillas no te enamoras...Porque por muy duro que todo esto sea y por muy duro que sea mi sueño, sé que él está conmigo, ayudándome a dormir . Y si en mi sueño está él, no quiero despertarme.